Los organizadores de la coalición ‘Stop General Iron’, hablan sobre la sanación y su visión para el sureste de la ciudad.

Por Alma Campos

Crystal Vance Guerra (Foto: Alma Campos)

Crystal Vance Guerra (Foto: Alma Campos)

Este artículo, publicado originalmente en inglés por City Bureau, está disponible en español gracias al proyecto “Traduciendo las noticias de Chicago”, del Instituto de Noticias Sin Fines de Lucro (INN).

Este perfil forma parte de nuestra serie “Cómo se sana a una comunidad”.

Dulce’s Café, ubicado al sur de Chicago en la calle 88 y Comercial Ave., tiene la puerta abierta. Los vecinos entran a comprar café, fruta recién picada, jugos de vegetales y sándwiches calientes y tostados. Una hilera de plantas en maceta decora las ventanas de cristal del escaparate de la tienda y cerca, hay una estatuilla de la virgen María colocada en un altar; a su lado, está un jarrón con claveles rosas y blancos.

Crystal Vance Guerra se sienta dentro de la cafetería; vive a solo unas cuadras de distancia. Es una de las cofundadoras del colectivo de justicia social Bridges // Puentes, que se formó en junio de 2020 durante las protestas globales luego del asesinato policial de George Floyd ocurrido en Minneapolis. En apoyo a la unidad de las comunidades negra y latina, el grupo comenzó a organizar eventos de ciclismo y caravanas para unificar a la comunidad contra la brutalidad policial y exigir justicia para las familias en la frontera.

“Hemos hecho mucha sanación en nuestro barrio”, dijo Vance Guerra. “Todas estas organizaciones no gubernamentales y los grupos de jóvenes son los que han hecho el trabajo”.

No pasó mucho tiempo para que se unieran a una lucha por la justicia ambiental que se había estado gestando durante años en el sureste de la ciudad. Durante el otoño, el grupo organizó el evento de ciclismo llamado “Rise Against General Iron” (o “Protestando en contra de General Iron”) en el que participantes de toda la ciudad montaron sus bicicletas ataviados con disfraces de zombis y maquillaje al estilo de Halloween.

La coalición Stop General Iron, que incluye a Bridges // Puentes y a otros grupos del sureste, lucha contra la reubicación de la controversial planta de desechos de metal de Lincoln Park que es un barrio blanco y acaudalado, al lado sureste, una comunidad de clase trabajadora integrada por negros y latinos y que ya está saturada de contaminación tóxica originada por las empresas que operan en la zona.

A principios de este año, organizadores y residentes intensificaron su campaña a través de manifestaciones, mítines y una huelga de hambre que duró un mes, para impedir que la alcaldesa Lori Lightfoot le aprobara el permiso a Reserve Management Group (RMG), que compró General Iron y que construye la nueva instalación bajo un nuevo nombre.

Al inicio de la primavera Melany Flores, organizadora de la coalición Stop General Iron, se reunió con Vance Guerra Colaboraron en un evento de Pascua para niños y un sorteo de comida organizado por Bridge // Puentes.

Durante el último día de la huelga de hambre, Flores llevaba un letrero de madera gruesa y decorado con letras azules hecho por el grupo de Vance Guerra y colocado sobre el dibujo de un mapa del distrito 10, que decía: “Merecemos aire limpio”. Dentro del mapa, había clavos clavados a la madera, cada uno representando cada día que los huelguistas no comieron.

Melany Flores (Foto: Vanessa Bly)

Melany Flores (Foto: Vanessa Bly)

Flores creció en el lado sureste. Durante 20 años ha vivido en Hegewisch. Participó en 17 días de la huelga de hambre durante los cuales, perdió más de 20 libras de peso y desarrolló síntomas peligrosos como sensaciones corporales de frío extremo, dolores de cabeza y letargo. Su hija de seis años se dio cuenta cuando no se sentaba a cenar. “Mamá, tienes que comer”, le decía su hija, según Flores.

Compartió que aunque todavía está recuperándose de los estragos de la huelga de hambre, era necesario poner su cuerpo y su salud mental al borde para detener la mudanza de General Iron al sureste. “Me involucré porque está en mi comunidad y parecía que a nadie le importaba que íbamos a ser víctimas de esta gran empresa que se muda a nuestro barrio”.

Y después de más de tres años de ida y vuelta entre la Municipalidad y General Iron, así como meses de creciente presión pública por parte de los organizadores locales, los residentes del sureste finalmente llamaron la atención de la Municipalidad. En marzo, la alcaldesa Lightfoot retrasó el proceso de los permisos de RMG y el mes pasado suspendió indefinidamente el proceso luego que la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), expresara su preocupación por los problemas ambientales de las instalaciones.

Tanto Vance Guerra como Flores ven su trabajo de sanar a la comunidad como un objetivo doble: expresar el amor hacia sus vecinos al unir a la gente, y organizarse para un futuro mejor para su comunidad.

La sanación puede ocurrir cuando se levanta el espíritu de alguien, ya sea como donante o receptor, asegura Flores. “Puede ser algo tan simple como plantar flores, solamente para dar a la comunidad un nuevo sentido de la belleza o un nuevo sentido de la vida”.

Mientras que las limpiezas y campañas vecinales como Stop General Iron unen a la comunidad, Vance Guerra considera que en última instancia, es responsabilidad de la Municipalidad reparar e invertir en el barrio. “Para nosotros, sanar es el trabajo que seguimos haciendo internamente”, aseguró, “pero [cada vez] vemos más y más dolor o más trauma, porque nuestras comunidades no reciben de la Municipalidad lo que necesitan”.

La pandemia y el activismo contra la brutalidad policial solo aumentaron la carga ambiental del sureste y expusieron otras heridas que se extienden profundamente en el área, como la desinversión en negocios locales, el cierre de escuelas, la falta de oportunidades educativas y los adolescentes que no tienen un hogar, agregó. “La pandemia nos unió a todos a nivel global, pero también a un nivel muy hiperlocal donde las fracturas dentro del sistema quedaron al descubierto”.

Estas fracturas, señaló, están personificadas en Dulce’s Café, el pequeño negocio familiar donde se realizó esta entrevista. El departamento de planificación de la Municipalidad está considerando un plan para abrir una cadena de cafeterías Dollop, en el sur de Chicago a través de su iniciativa de desarrollo “Invest South/West” (o “Invierte en el Sur/Oeste”), lo que le provoca que se preocupe por la capacidad de Dulce’s para competir. Compartió que este tipo de desarrollo es “irrespetuoso” y que es solo un ejemplo de cómo es que la Municipalidad no presta atención a lo que realmente necesita la comunidad.

“Una de las primeras imágenes que me vienen a la mente de cuando era niña, son vidrios rotos”, agregó Vance Guerra, al recordar su propia infancia viviendo en el sur de Chicago. “Cristales rotos en los parques, cristales rotos en las aceras, ventanas rotas, casas rotas… todo está roto y cuando eres niño, ¿qué te provoca eso?”, reflexionó.

A través de Bridges // Puentes, Vance Guerra quiere recoger los pedazos de vidrios rotos y reparar las ventanas y casas del barrio.

La sanación es el proceso de estar nuevamente sano, pero Vance Guerra y Flores no tienen recuerdos del sureste de la ciudad como un lugar saludable y vibrante. Es por eso que su objetivo es imaginar un nuevo futuro para el sureste, construido a través de la unidad y la organización, no muy distinto del tipo que presenciaron en el movimiento Stop General Iron. “Creo que la pandemia le dio a mucha gente la sensación de empezar de nuevo”, destacó Flores. “Nada será igual. No dejaremos que lo sea”.

Traducido por Gisela Orozco


Alma Campos (ella) es reportera bilingüe, periodista y traductora. Reporta sobre las comunidades inmigrantes y  el desarrollo equitativo.

Esta historia está disponible para volver a publicarse, bajo licencia de Creative Commons. Lea las pautas del City Bureau aquí.

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